113.-

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Escribir, escribir, escribir. Sigo esperando tranquilo, interiormente alborotado, el exilio de esta isla. Esta noche a sido elegida para encontrarme confuso, algo nublado. Me asomo por aquella sombra que deja el día, de a ratos vívida, de a ratos moribunda. No tengo tiempo para mi tiempo, he dejado de expresarme, me han hecho cargar cuerpos que no son míos. Debo abandonar mis sueños para lavarme y continuar, cargando signos y procedimientos, aplacando mi voluntad que se desnuda, consumiéndose recreándose. Las certezas cada vez más vulnerables cuando me compongo de conocimientos a veces vacíos otras veces ágiles. Deseo, deseo, deseo. Sigo esperando tranquilo, el zacear mis ansias con solo observar la quietud en el movimiento lento de un árbol cualquiera. Con solo percibir la calma, en el desasosiego de tus gesticulaciones pronunciadas, de tus curvas inevitables. Solo quiero hablar con el mundo, en silencio gritar cada uno de mis sueños atascados en el tiempo. Viento, viento, viento… si volaras la negatividad de mi mente con la misma fuerza con la que vuelas techos y rompes ventanas. Vuela mis pensamientos entre anhelo y desesperanza, entre placer y sufrimiento, entre mi vida y el girar de este planeta. ¿Dónde están las melodías que suelen crecer desde mis dedos? Escasas, se esfuerzan por ser más largas que mi miembro, lo mismo pasa con mis divagaciones mentales, con mis palabras y dibujos. ¿Dónde se esconde aquello que busco en mi interior, y solo encuentro allá afuera? Son ellos quienes me impiden profundizarme en las aguas divinas y turbias que rellenan mis desniveles emocionales, no es mi ceguera de humo, ni es el cielo reincidente que me viste de proezas que acaban agonizando al anochecer. Se resiente mi mente, me siento fuerte al intentar realizar estúpidas heroicidades. Concentración, concentración, concentración…¿Cómo puedo concentrarme con tantas atrocidades banales?¿Con todo el ruido encerrado en estos cráneos?

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